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14 de noviembre de 2015

París, Beirut, terrorismo, ¡Marçal!

Los ataques terroristas de estos últimos días en Beirut y París son devastadores. Yo estoy devastado, y no sólo por los actos terroristas, sino por los ataques a quienes se han solidarizado con las víctimas.
Yo también me solidarizo con ellos, que también son mis prójimos, mis hermanos, con la voz de Maria Mercè Marçal:


És perquè et sé germana que puc dir-te estrangera.

Sense treva esbossada, sense treva abolida

aquesta guerra que m’uneix a tu

en un pacte de sang inestroncable.

És perquè et sé estrangera que puc dir-te germana.


[Es porque te sé hermana que puedo decirte extranjera.

Sin tregua esbozada, sin tregua abolida

esta guerra que me une a ti

en un pacto de sangre inagotable.

Es porque te sé extranjera que puedo decirte hermana.]

11 de febrero de 2014

Y si...

¿Y si solucionáramos nuestros dilemas éticos, gracias a la tecnología, qué pasaría?

Por ejemplo, la alimentación: ya que somos heterótrofos, es decir, para alimentarnos necesitamos consumir otros seres vivos. ¿Y si produjéramos artificialmente nuestro alimento, para no dañar seres vivos? Digamos por medio de tejidos y órganos, o, aún más, por medio de síntesis artificial de nutrimentos.

O el problema de la interrupción voluntaria de embarazos no deseados: si trasladamos la cuestión de la anticoncepción a la reproducción asistida, como sugiere Carl Djerassi, se colectarían los gametos (óvulos y espermatozoides) en su momento ideal, se pondrían en bancos, la gente se esterilizará y, cuando llegue el momento, se llevará a cabo la fertilización in vitro. Cero embarazos no deseados.

Estoy seguro que al sabio lector se le pusieron los pelos de punta y encontró mil nuevos dilemas éticos. Evitamos dañar seres vivos, pero, ¿y lo natural, lo orgánico de la comida?, ¿y los agricultores y sus fuentes de ingresos?, ¿y la belleza bucólica de una milpa cultivada? ¿Y lo natural del embarazo y el parto?, ¿y la manipulación de la reproducción?, ¿y es válido separar la reproducción de la sexualidad, no es acaso pecado? Y, y, y…


Me temo que si usáramos la tecnología para solucionar todos los dilemas éticos, nos inventaríamos otros nuevos. Más aún, seguro habría quien plantearía el dilema ético de usar la tecnología… Sospecho que la especie humana gusta de ponerse trabas y, hasta ahora, la (innegablemente valiosa) ética le ha venido como anillo al dedo.

24 de diciembre de 2012

¡Feliz Navidad!



Alguien preguntó en mi Formspring qué es lo que celebro en Navidad. Así que aquí voy:

¡Celebro el cinismo y la hipocresía!

Soy ateo y bastante escéptico respecto a la existencia de Jesucristo, mucho más respecto a que en estas fechas hubiera sido su nacimiento. Y tampoco creo que, a juzgar por lo que ha pasado con su presunto legado y la realidad que vemos cada día,  haya traído ningún beneficio a este mundo.
También la gente habla de un momento especial para reflexionar. Para perdonar. Para darle cuerda al reloj del amor. Para buscar la paz personal y colectiva. Para abrir los brazos y abrazar, ser mejores personas, respetar a los semejantes, ser honestos… Son buenos deseos con los que estoy absolutamente de acuerdo, no tengo nada que discutirle a esos principios. Pero sí a la idea de que la navidad deba representar eso: en mi opinión eso es lo que uno debe hacer cada día. Esos buenos deseos deben ser los principios que rijan la vida cotidiana.
Me la paso muy bien, sin embargo, con mis seres queridos. Nos abrazamos mucho, y comemos y bebemos mucho. E intercambiamos presentes, pasados y futuros. Pero eso lo hacemos de todas formas cualquier día del año.
Así que para mí navidad no representa nada especial. Aún así, lo aprovecho para celebrar.
Por lo tanto podríamos decir que en estas fechas celebro el cinismo y la hipocresía: mi cinismo y mi hipocresía. ;D

26 de abril de 2012

Presidenta


A mi amiga Marian,
que inspiró esta entrada. ¡Gracias!

En los últimos meses ha estado acalorado el debate sobre el uso de la palabra "presidenta". Algunos sostienen que es correcto; otros, que no lo es, que se trata de ignorancia. Profesionales y aficionados de la lengua han tomado partido en ambos bandos. He aquí mi modesta colaboración, como alguien que vive de las lenguas pero que no se considera experto.

Y comienzo por lo que me parece un punto crucial: la gramática.

Un proceso común en nuestra lengua (y muchas otras) consiste en convertir verbos en sustantivos, para lo cual es frecuente usar el participio activo, como en “cantante” a partir de “cantar”. Para estos sustantivos que denotan que la persona u objeto realiza una acción, el sufijo correspondiente, al ser un participio activo, es –nte: cantante, estudiante, escribiente, limitante, ardiente, presidente. No está sujeto a género, así que no se usa –nta (*ardienta, *limitanta, *estudianta). Según esta norma, la palabra “presidenta” no sigue las reglas gramaticales del español.

Hasta aquí todo está muy claro, pero la cosa se complica porque los idiomas no son entidades lógicas, sino entidades históricas. Eso quiere decir que, aunque siguen unas reglas, relaciones y modelos (lo que se conoce como gramática), están sometidas a los caprichos de la historia, que no siempre obedecen a la lógica y la corrección gramatical. Como ejemplo humorístico propongo la palabra “murciégalo”, que terminó transformada en “murciélago”, que ahora se considera mejor, mientras que la forma original se interpreta como “inculta”.

Pero las lenguas no son estáticas: evolucionan, cambian y se adaptan a las necesidades, preferencias e ideologías de sus usuarios, lo que lleva a que existan excepciones y rarezas en todos los idiomas, y el español no es la excepción a la regla de las excepciones. Si una lengua no se adapta a los hablantes, se extingue, como le sucedió al latín, y sólo sobreviven las formas que han “degenerado” en otra cosa (como el español, descendiente “degenerado” del latín).

De esta necesidad de adaptación emerge un aforismo lingüístico: “el uso hace la norma”. Y así la conservadora Academia aceptó el término “presidenta” hace más de 200 años: aparece ya en la edición de 1803 del Diccionario Usual, donde registra tanto la acepción “La muger (sic) del presidente”, como “la que manda y preside en alguna comunidad”.

El Diccionario Panhispánico de Dudas (DPD) deja bastante en claro que se trata de una excepción a la norma gramatical, derivada del uso: “Por su terminación, puede funcionar como común en cuanto al género […] pero el uso mayoritario ha consolidado el femenino específico presidenta”. Es decir, “presidenta” es totalmente aceptable, está normado como correcto por la Real Academia y toda la Asociación de Academias. Por ello en la edición actual del Diccionario de la Real Academia Española (DRAE) aparece como primerísima acepción “Mujer que preside.” Más claro ni el agua, pero…

Si usted, querido lector, se tomó la molestia de leer la entrada completa en el DRAE verá que para la segunda (“cabeza de un gobierno, consejo, tribunal, junta, sociedad, etc.”) y tercera (“jefa del Estado”) acepciones aparece referida la palabra “presidente”. Algunas personas interpretan esto como si “presidente” fuera correcto pero no “presidenta”; no es así, el diccionario no funciona de esa manera. Todas las entradas que aparecen en él son correctas.

¿Qué nos indica entonces la referencia a “presidente”? Nos indica que esta forma es preferible en el uso culto (o lo que la RAE considera “uso culto”). Que es el ejemplo a seguir. Que es ejemplar, según el lenguaje técnico de algunos especialistas.

La diferencia entre ejemplar y correcto es importantísima para entender adecuadamente cómo funciona la lengua y qué es un error. Lamentablemente, es una diferencia prácticamente desconocida fuera de los círculos especializados. Correcto es algo que se ajusta a las normas y usos vigentes; ejemplar es lo que se esperaría de un usuario respetable en una situación decente: la palabra “puta” no es incorrecta (aparece en el DRAE), pero no es lo que uno esperaría escuchar en un ejemplo a seguir, no es ejemplar. Para ello el diccionario marca el término “prostituta” como ejemplar: a esta entrada nos dirige la de “puta”.

De la misma manera, si bien “presidenta” no es la forma preferida por la Academia, sí es correcta. No es “ejemplar”, pero tampoco es “incorrecta”. De lo único que se puede acusar a los que la usan es de mal gusto. Y en eso de gustos, ya se sabe…

23 de octubre de 2011

Las nuevas catedrales medievales


Las grandes catedrales góticas son un portento artístico, sin lugar a dudas, pero también organizativo.
En la construcción de una catedral colaboraban todos. Participaba cada familia, cada individuo del núcleo urbano donde se edificaría.
Para empezar, el costo era sufragado por todos con donaciones, diezmos, impuestos, etcétera. Eso es lo que hoy en día, olvidando la historia, se considera súper moderno y recibe el nombre de crowdfunding. Pero es un modelo que tiene siglos de funcionar aunque haya quedado oculto a partir de la caída del sistema feudal y el advenimiento del capitalismo.
En dichas catedrales la gente también ponía su trabajo: mano de obra más calificada o menos, mejor o peor pagada (a veces incluso sin pago alguno), y generalmente anónima o sin protagonismos ante el colectivo. Vamos, lo que ahora pomposamente llamamos, en pleno afán hipermoderno, crowdsourcing.
Este modelo también perdió prestigio (aunque no dejó de ser usado) al término del Medioevo, cuando los artistas comenzaron a firmar sus obras de manera individual y a publicitarse y contratarse a título personal a las órdenes de un mecenas. El individualismo capitalista propició el surgimiento del artista profesional.
Ahora el mundo ha inventado (redescubierto, más bien) las bondades de la colectividad, incluso dentro del capitalismo más voraz. Así las empresas cada vez recurren más al crowdsourcing. Y algunos aventurados se apoyan en el crowdfunding para diversos proyectos, como los creadores de la película “Demain la Veille”.
Y es que así es la nueva sociedad que está creciendo alrededor de internet, un invento que, finalmente, es como las grandes catedrales de la Edad media: construida y financiada entre todos los cibernautas.
Hay quien sostiene que este proceso llevará a la desaparición del artista profesional; ya se han levantado voces que se lamentan porque estamos viviendo la desaparición del escritor profesional, una profesión bastante reciente, por cierto. Aún no he visto a nadie que se lamente por la desaparición de los aguadores
En fin, el caso es que se está volviendo al modelo comunitario del que se beneficiaron las antiguas catedrales, pero con algunas diferencias. Por ejemplo, ahora se estila recibir crédito individual por la participación en estos proyectos, aunque los escritores no siempre lo reciben, ni siquiera en el ámbito del escritor profesional, donde abundan los negros o “escritores fantasma”.
Yo, por lo pronto, tengo algunas ideas en mente para edificar mis catedrales. Entre ellas tengo el sueño de adaptar a una película animada la tragedia shakesperiana Macbeth. La trama tiene lugar en la Edad Media (aunque antes del gótico) pero fue escrita en los primeros tiempos del capitalismo, y habla sobre la traición, la avaricia y el individualismo. ¿Qué mejor historia para un proyecto sin fines de lucro y desarrollado con crowdsourcing y financiado con crowdfunding?

¿Alguien que guste colaborar? ;)

8 de julio de 2011

¿Opinión acerca de la pena de muerte?

MarcosRvZ hizo esta pregunta en mi Formspring: "¿Opinión acerca de la pena de muerte? ¿favor, en contra y por qué?". He aquí mi respuesta:

En contra. Si matar es tan deleznable como para condenar a quien mata, entonces la pena de muerte es así de deleznable también.
la pena de muerte no tiene ningún sustento razonable. El único sería que matar a los delincuentes fuera más barato que la aplicación de otras penas (como la cárcel); de ser así, quiere decir que se puede disponer de la vida, la salud, las posesiónes, las sociedades humanas, es decir, los derechos, cuando es más conveniente, más práctico (por ejemplo, más barato). En ese caso, no se podría criminalizar al delincuente que afectara a otros porque le resulta más fácil, cómodo, barato, práctico.
A final de cuentas, la pena de muerte es hacer colectivamente lo que condenamos. Es inevitablemente la negación de su propio sustento ético y lógico. Y es asesinato con forma de ley; venganza disfrazada de justicia.

8 de junio de 2011

Zencivilidad

No. No me equivoqué al escribir sensibilidad. Estoy hablando de zencivilidad.
No. No he perdido la cabeza. No enloquecí tras tantos años de defender escribir con corrección, y no es sólo jugar a escribir mal la otra palabra, como ya han hecho otros blogueros antes. Ni me estoy burlando de la ortografía de la Generación Net.
No. No lo busquen en el diccionario, porque no está. Tampoco en Wikipedia. Ni en ningún otro lugar.
No es siquiera un neologismo. Es una palabreja que me inventé para nombrar cómo debería, en mi opinión, ser la vida en sociedad.
Y sí (¡finalmente!): sí tiene que ver con la sensibilidad, con la civilidad y, por supuesto, el zen (aunque en una forma metafórica, no para referirme con precisión a esa tradición budista).
Comienzo con una anécdota bastante frecuente en las ciudades. El día de ayer caminando de vuelta del trabajo, en una esquina de Pacífico, había un par de policías platicando con un microempresario. Estaban recargados en el soporte de un letrero, de forma que ocupaban casi toda la banqueta.
Por supuesto, ninguno de ellos se movió un milímetro para dejarme pasar, así que tuve que pasar de ladito, sosteniendo la mochila en una mano. Encima voltearon a verme como si hubiera irrumpido en su banqueta.
Unas cuadras más adelante, en División del Norte, tuve que bajarme de la acera porque estaba invadida de coches. No, de camionetas.
Vuelta a la izquierda en una callecita que tiene el megalómano nombre de Bulevar Anillo de Circunvalación, que no es un anillo ni circunvala nada. Nuevamente, la banqueta obstruida por una madre y sus tres hijos que no encontraron mejor forma de acomodarse que ocupar toda la banqueta. Más adelante, una horda de adolescentes gritando, brincando y empujándose volvían a ocupar toda la banqueta.
Y en el puente peatonal del Tren Ligero, estación Las Torres, subía lentamente una pareja de ancianos, ellos sí, en fila india para permitir el paso de las personas que iban de bajada. Pero un par de jovencitos impacientes decidieron que no tenían por qué aguantar eso y, después de tratar de apurar al par de octogenarios a gritos, apuraron el paso para rebasarlos. Por supuesto, la gente que descendía tuvo que esperar a que terminaran la maniobra, que culminó con un encontronazo hombro a hombro con un paterfamilia.
Una escena parecida en el paso peatonal, sólo que ahí la situación empeora por los ambulantes que tienen tomado el piso del lado oriente. Y el par de policías que platicaban con algunos de ellos.
Ya abajo del puente, para entrar a la base de microbuses de Taxqueña, puestos de discos pirata, de periódicos, de bebidas, de frituras reducen a un espacio casi inutilizable las banquetas.
No. Ninguno de esos ejemplos es algo ilegal o prohibido. Me refiero, por supuesto, a usar de manera abusiva las banquetas y puentes, no a vender piratería o el ambulantaje. Pero sí son muestras de falta de zencivilidad.
La civilidad es, en principio, comportarse como personas civilizadas: no agredirse, no violar leyes y reglamentos, etcétera. Pero eso no basta para una convivencia sana, es sólo el punto de partida.
Además se requiere paciencia, calma y, sobre todo, respeto más allá de las exigencias cívicas. Así como la gente asume que es ser zen. Con eso, aunado a la civilidad, bastaría para una convivencia aceptablemente buena.
Pero, en mi opinión, sigue faltando algo más: la consideración por los demás. No sólo el respeto, sino ponerse en su lugar para encontrar soluciones favorables para todos, sin necesidad de discutirlo y analizarlo todo a cada momento. Simplemente con un poco de sensibilidad por las necesidades ajenas igual que las propias.
Así que eso es lo que significo cuando hablo de zencivilidad.