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3 de noviembre de 2007

El anciano Ming


Una almeja de Islandia (Arctica islandica) ha sido bautizada como Ming porque, cuando nació (hace cosa de 405 a 410 años, según un equipo de investigadores de la Escuela de Ciencias Oceánicas de la Universidad de Bangor, Gales), China era gobernada por la famosa dinastía Ming, siendo emperador Wanli.

Cuando Carl von Linneo (1707-1777) describió a esta especie, en 1767, la juvenil Ming (la almeja) tenía entre 65 y 70 años, algunos más que el naturalista sueco que por entonces era un viejecito de 60 años. Es posible que esta almeja haya nacido el mismo año que murió el neerlandés Willem Barentsz (1550-1597), navegante que exploró, precisamente, los mares nórdicos (donde falleció prisionero entre los hielos); en su honor, una parte del océano Ártico se conoce como Mar de Barents.

O puede haber nacido el año en que otro explorador neerlandés, Cornelis de Houtman (1565-1599), murió; o cuando Felipe III de España (1578-1621), mal llamado "El Piadoso", fue coronado. O cuando nació Carlos I de Inglaterra (1600-1649) y murió Giordano Bruno (1549-1600). Puede haber nacido con el dorado siglo XVII o con el matemático Pierre de Fermat (1601-1665); o haber estado ya en las aguas del Ártico el día de octubre en que falleció el danés Tycho Ottesen Brahe (1546-1601), cuyos datos astronómicos, a su muerte, fueron entregados a Johannes Kepler (1571-1630), quien pudo así establecer sus leyes sobre el movimiento de los planetas.

Probablemente ya había nacido cuando el monopolio comercial sobre su natal Islandia fue obtenido por los daneses, y definitivamente hacía siglos que vivía cuando Islandia obtuvo su independencia de Dinamarca (en 1918) y cuando, en 1944, se funda la República de Islandia.

No sabemos si alguno de todos estos hechos fue de su interés, aunque sospecho que no. Lo que sí sabemos es que esta almeja, como todas las demás de su especie, es un molusco bivalvo (es decir, que su concha tiene dos piezas móviles llamadas valvas) cuya concha tiene una cubierta (llamada periostraco) gruesa, que es color pardo en su juventud y al envejecer se torna verdosa y se vuelve cada vez más oscura, como la de Ming.

Ming, como todos sus congéneres Arctica islándica, vive en aguas marinas bajas, medio enterrada en la arena o el fango arenoso de las costas de Irlanda, Gran Bretaña e Islandia, de donde fue sacada en 2006 por Paul Butler y James Scourse, que colaboran en un proyecto que estudia los cambios climáticos en los últimos mil años. El primero en notar a este excepcional anciano fue otro investigador, el más novato del proyecto: Al Wanamaker (curioso nombre).

La edad de Ming fue establecida por medio de estudios dendrocronológicos: cada temporada de crecimiento deja una marca (en forma de anillo) en la concha. Contando estos anillos, es posible determinar la edad de la almeja, como se hace con los árboles al contar los anillos de su tronco. Por lo pronto este auténtico Matusalén ha batido el récord Guiness de longevidad en algún animal.

Sin embargo, Ming no parece ser una excepción: las almejas de Islandia son bastante longevas, lo que ha llevado a los investigadores a especular que esta especie tal vez haya evolucionado de manera que posea defensas efectivas en contra del envejecimiento. De ser así, el estudio a fondo de su fisiología e histología puedan proporcionar avances médicos de importancia; pero no es hora aún de albricias: habrá que esperar algún tiempo para confirmar o rechazar estas hipótesis.


[Imagen tomada de http://www.bangor.ac.uk/news/full.php.en?Id=382]

12 de octubre de 2007

12 de octubre

El día de hoy se pueden celebrar muchas cosas; no voy a extenderme en esto, pues ya lo hice (y bastante extendido) en otro sitio. A mí me gusta conmemorar el hecho de que, a pesar de todo, seguimos hermanados. De que esa hermandad, que, entre Europa y América, a partir de 1492 vivió sanguinariamente violentada, se ha mantenido y que, en la primera mitad del Siglo XX, cristalizó en un hecho extraño (aunque no, desafortunadamente, poco común): los hermanos perseguidos en España por los mismos españoles, encabezados por una bestia sanguinaria, fueron recibidos con los brazos abiertos en otros lugares del mundo.

Uno de esos vericuetos del mundo donde fueron abrazados fue México. Por supuesto, aquí también hubo criaturas sanguinarias que pretendieron mandar de vuelta a España a esos hermanos, por rojillos, a que cumplieran allí el destino del que pretendían escapar; desafortunadamente, hoy México es gobernado por el partido político fundado por esos sanguinarios blanquiazules y anti-rojos (pero eso es otra historia).

Por fortuna, México era gobernado en aquel entonces por el presidente Lázaro Cárdenas del Río (1895-1970), quien abrió los brazos, las puertas y los muelles a los exiliados españoles. Yo, por supuesto, agradezco a Lázaro Cárdenas su gesto de humanidad: sin él no estaría yo aquí. Pero, también, sin él habría menos cosas buenas por las que estar orgullosos como mexicanos y como seres humanos.

El éxodo republicano a México comenzó con el buque Sinaia, a bordo del cual venían diversas figuras de estatura intelectual y moral, con las que mi abuelo (que también venía en la misma embarcación) tuvo oportunidad de convivir. Entre otras figuras, en el Sinaia llegó uno de mis poetas predilectos, Pedro Garfias (1901-1967), quien, cerca ya de tocar la costa mexicana, escribió (y publicó en el diario de abordo, editado por otro poeta: Juan Rejano, 1903-1976) algunas líneas emotivas, inolvidables para los transterrados republicanos aquí:

ENTRE ESPAÑA Y MÉXICO

A bordo del Sinaia

Qué hilo tan fino, qué delgado junco
-de acero fiel- nos une y nos separa
con España presente en el recuerdo,
con México presente en la esperanza.
Repite el mar sus cóncavos azules,
repite el cielo sus tranquilas aguas
y entre el cielo y el mar ensayan vuelos
de análoga ambición, nuestras miradas.

España que perdimos, no nos pierdas;
guárdanos en tu frente derrumbada,
conserva a tu costado el hueco vivo
de nuestra ausencia amarga
que un día volveremos, más veloces,
sobre la densa y poderosa espalda
de este mar, con los brazos ondeantes
y el latido del mar en la garganta.

Y tú, México libre, pueblo abierto
al ágil viento y a la luz del alba,
indios de clara estirpe, campesinos
con tierras, con simientes y con máquinas;
proletarios gigantes de anchas manos
que forjan el destino de la Patria;
pueblo libre de México:
como otro tiempo por la mar salada
te va un río español de sangre roja
de generosa sangre desbordada.
Pero eres tú esta vez quien nos conquistas,
y para siempre, ¡oh vieja y nueva España!

12 de mayo de 2007

Dos visiones complementarias incompletas

Por una de esas casualidades que hacen interesante nuestra vida, en un mismo día he leído dos textos diferentes que se acercan, de manera totalmente distinta, a la misma cuestión central: los problemas ambientales causados por las actividades humanas.

Uno de estos textos ‹‹Planta de carbón de emisión cero››, escrito por Pedro Gómez-Esteban y publicado en El Tamiz (http://eltamiz.com/2007/04/22/planta-de-carbon-de-emision-cero/), aborda un proyecto tecnológico: la construcción, por parte de un equipo internacional (países), de una planta termoeléctria que no arrojará gases contaminantes a la atmósfera al menos no el pernicioso dióxido de carbono (CO2) relacionado con el efecto invernadero y el cambio climático global.
Esta termoeléctrica del futuro, en vez de liberar a la atmósfera el dióxido de carbono producido por la combustión de carbón, lo guardará, bajo presión, en forma líquida. Por desgracia, el proyecto no incluye ninguna propuesta de solución para el CO2 líquido almacenado, que a la larga se convertirá también en un problema ambiental. Yo creo que debería utilizarse a seres vivos unicelulares (bacterias y levaduras) para ‹‹hacer algo›› (como sintetizar productos útiles) con ese dióxido de carbono; a esto se llama biotransformación.

La noticia, sin embargo, es auspiciosa: algo se está haciendo, aunque se puede hace más, para paliar el problema de las emisiones de dióxido de carbono. Pero no es cosa de echar el sombrero al aire: la propuesta de planta termoeléctrica ‹‹carbón cero›› sigue sin enfocarse al problema de fondo: la clave no está en qué hacer con el CO2, sino con nosotros, los seres humanos.

Porque lo que subyace a todos los desastres ambientales que hemos ocasionado, que estamos ocasionando y que seguiremos ocasionando, es el crecimiento de nuestras poblaciones y el desarrollo de nuestras sociedades. De esto también me ocuparé en otro lugar, así que por ahora basta con decir que, cuanto más grandes sean nuestras poblaciones, más recursos necesitaremos consumir y más residuos produciremos; cuanto más aumente nuestra capacidad energética (es decir, el desarrollo de nuestras sociedades y tecnologías), mayores son los daños que podemos causar.

Es decir, nuestra visión de la sociedad y del bienestar son el corazón de la problemática ambiental que ocasionamos. Sin embargo, las propuestas de solución rara vez dan cuenta de este problema de fondo, son simples paliativos. Esto curre con los 20 consejos para cuidar nuestro planeta que propone Fernando Valladares (al menos, tal como se explican en el artículo ‹‹Nuestro planeta se encuentra al límite, pero aún podemos salvarlo››, de Ana Martín, en 20 Minutos: http://www.20minutos.es/noticia/223699/0/planeta/podemos/salvarlo/). También se encuentra esta omisión en la entrevista a Jordi Bigues, también en 20 Minutos, realizada por D. Jurado (http://www.20minutos.es/noticia/222063/0/Podemos/impedir/cambio/).

Sin embargo, otros autores sí se ocupan del problema de fondo, pero suelen hacerlo de manera derrotista. Esto sucede en el segundo de los textos que quiero comentar: se trata de ‹‹Desastres climáticos: tres obstáculos para hacer algo›› (http://www.jornada.unam.mx/2007/04/22/index.php?section=opinion&article=024a1mun), del científico social Immanuel Wallerstein publicado originalmente en inglés por el Fernand Braudel Center de la Universidad de Birmingham (que se puede consultar en http://www.binghamton.edu/fbc/205en.htm).

Este material critica la forma en que estamos enfrentando los problemas ambientales, obstaculizados por el poder y sus detentores (gobernantes, oligarcas, etcétera), por el sistema mundial de competencia y por nuestros propios hábitos de consumo. Es decir, los modelos de crecimiento y desarrollo; jamás enfrena abiertamente el problema mayor: el tamaño poblacional, pero ya se nota algo en esta dirección.

Sin embargo, Wallerstein presenta un panorama sombrío y desalentador. No hay ninguna solución a la vista, ni siquiera una parcial o un paliativo, como el que presenta Pedro. Sólo nos llevamos el mal sabor de boca de que no tener 50 años. De este derrotismo no quiero tampoco hacer leña en este texto, pues me ocupo de dicha visión en otro sitio (http://miquel-nadal.blogspot.com/2007/05/sobre-el-pesimismo-de-wallerstein.html).

Ambas visiones son incompletas y ambas visiones se complementan: la posible solución pasa, inevitablemente, por la coincidencia entre ambas visiones. Es necesario enfrentar el problema de fondo (el de nuestro desarrollo y crecimiento), que debemos modificar, a la vez que aportar soluciones factibles para avanzar hacia la corrección de la problemática completa, sin tener que renunciar a la calidad de vida que con tanto trabajo hemos construido a lo largo de miles de años de historia. Y esto implica, también, un cambio en cómo encaramos la educación ambiental, que es el motivo de mis reflexiones en ‹‹Mala educación ambiental››.

11 de abril de 2007

Al alimón

Al alimón es un juego de niños, en el cual hay dos grupos avanzan alternadamente, mientras cantan una tonadilla que invaiablemente comienza con el estribillo "Al alimón, al alimón".

La letra de la tonadilla, al ser un juego que se ha mantenido en diversas tradiciones orales, varía considerablemente. En general, incluye problemas con una fuente (que se ha caído o roto) y falta de dinero para arreglarla. También suele haber una solución al problema del dinero, necesario para componer la fuente: un bando puede tener dinero o sugerir cómo obtenerlo o hacerlo.

Al término del juego, ambos bandos se unen en una sección final, que también varía: puede ser bailar juntos tomados de las manos, pasar entre los miembros del otro bando, corretearse mutuamente.

Pero al alimón puede no ser un juego de niños. En tauromaquia es una suerte en la cua dos toreros citan a la víctima (es decir, el toro) con un único capote, que tienen asido ambos.

Al alimón también es hacer algo con-juntamente, es decir, con unión o concurrencia de dos o más entidades en el mismo lugar y tiempo. Este es el caso de nuestro juego de al alimón, en el cual varios colaboradores hacemos, con nuestras participaciones, una especie de ensalada rusa.

La ensalada (o ensaladilla) rusa puede entenderse demaneras muy diferentes, desde una mezcla de colores no armónicos, hasta una joya formada por varias piedras preciosas diferentes que han sido engastadas juntas, pasando por bocados de dulces mezclados o conjuntos de cosas menudas.

Sin olvidar, por supuesto, la ensalada rusa de la gastronomía, que se sirve en frío. Al igual que en la canción, la receta varía considerablemente, pero la base suele ser papa, zanahoria, chícharos y mayonesa. Partiendo de allí, la creatividad gasronómica permite muchas variantes.

Tampoco está claro si la ensalada rusa es una mezla armónica o un batiburrillo; a fin de cuentas, eso depende del gusto de cada cual. Lo mismo sucede con nuestra ensalada rusa preparada al alimón.